Cuento: "El elemento caído del espacio y el Zenit Imperecedero de Poder, ZIP" de Carmen Pérez
Título: El elemento caído del espacio y el Zenit Imperecedero de Poder, ZIP
Autor: Carmen Rosa Pérez Cubas
Categoría: 1ro-3ro de secundaria
Colegio: Trilce, sede S.J.L.
Dato de contacto: chinita2015@hotmail.com
El elemento caído del espacio y el Zenit Imperecedero de Poder, ZIP
“Todavía recuerdo el momento cuando fui a verlo, me quedé impresionada”. Entonces en el mundo aún no había ley que protegiera a los de afuera, porque lo que los que estaban afuera de la cúpula no tenían protección alguna. Los robots, los robots de antaño eran solo máquinas, pero desde la aparición del núcleo ZIP ya fue otra cosa; fue como poner alma en una materia y eso no fue invento; se sabe que vino de Sudamérica, y que fue hallado por un alumno de secundaria pero que su uso de pronto se halla hecho para los robots, eso no se predijo. Antes de eso, he dicho, digamos 2010 y 30, los robots eran solo estructuras pero después de eso, como si se les hubiese puesto un alma, ya eran mejor. Se equilibraban. Se amalgamaban a su constitución de hierro; y eran como algo verdaderamente viviente. Ahora yo me encuentro preparado para todo porque se me ha acusado de muchas cosas, de entre ellas de cumplir el sueño de mi padre, que era que saliera de la cúpula.
Vivir y permanecer en la cúpula costaba tanto que uno se hacía esclavo eterno del gobierno; y por eso, como muchos, yo intenté escapar, no lográndolo, condenándome ahora a la peor de todas las desgracias: a una robotomia; que era: ser convertido en robot para servir y ser útil al hombre. Pues bien, yo no quería eso, pero de todas formas, me lo hicieron; mi cuerpo ya no fue tan ligero, pero una extraña tranquilidad me invadía. Era como si ya no tuviera deseos de nada sino solo de servir. Recuerdo que estaba en una sala de operaciones y de pronto, heme aquí, ya robot y diferente. El núcleo de mi ZIP, no era como los originales de principio del 3050, sino era un derivado ya, con elementos de la tierra que se parecían, no del todo, el elemento energético sideral, que fue hallado en Sudamérica. A aquellos robots que los hicieron con esta primigenia materia, hasta ahora los buscan, porque se ha descubierto que con esta materia, en conjunto, aunque es milimétrica, puede hacerse un arma poderosa, como una bomba, una que han denominado GEDEON, y que el vulgo, por lo común, siempre la llama el arma GEDON, una especie de reacción supermeganuclear cuyos fines bélicos eran verdaderamente devastadores.
Yo estaba, como les digo, de robot ya, al servicio de un agente y vi, pudiendo hacerlo, pese a que no estaba programado para eso, cómo la maldad imperaba en el mundo; cómo la ciudad que se decía ser moderna y del futuro era tan corrupta y cómo había hambre y cómo los de afuera de la cúpula, los verdaderos pobres, a merced de los virus y males, se morían por falta de alimento. Vi cómo hacían robots con formas de mujer casi iguales, pera su uso vergonzoso, cómo mi modelo, el normal, el 443-8, que eran de una apariencia corriente, se derivaba en otras pero para combate; a vista y permiso del conglomerado municipal que por corrupto, accedía a todo.
Y así, así yo seguí cumpliendo mi labor, cuando de pronto, descubrí que en los otros robots como yo también se desarrollaba esta especie de sentimiento y aunque, por supuesto, los robots están al servicio del hombre y ‘este los creó para ayudarles para bien de ellos, nosotros, de repente, los robots de entonces, que hasta eso habíamos solo obedecido, ante la escena diaria de tanto mal, no quisimos de repente ya ser partícipes de ellos. Y amotinándonos un día porque ya no aguantábamos más salimos con nuestros propios cuerpo a la calle a pelear y vencimos, en la ciudad y cúpula que la recubría, vencimos.
Muchos robots entonces, del orden inteligente, teniendo algo de alma, no podían ver o seguir viendo cómo el hombre al hombre destruía y por eso, si fuimos creados para hacerles bien, teníamos que detenerlo.
Pero he aquí que a punto de salir de la cúpula, como así fue, en verdad salimos, sí, y dispuestos a fundar nuestra propia ciudad, porque esta estructura estaba por destruirse, a punto de salir, repitió, del lugar hacia otro para empezar una nueva sociedad de robots, otros mismos, como nosotros, hermanos nuestros, pero con una programación que no obedecía a nuestro centro nuclear de ZIP, nos destruyeron, nos destruyeron por miles. Y a los humanos que habíamos dejado en la cúpula y que no habíamos hecho daño, rescataron; haciendo de muchos de nosotros entonces fundición, aunque algunos de nosotros, de entre ellos, hemos escapado.
Y juntando a todos los robots del mundo y perfeccionando para la guerra, a los más de nosotros, y listos para una batalla final, porque estábamos convencidos de que para limpiar a la tierra y al hombre del hombre, se debía exterminar precisamente al hombre primero. Pero a los malos atacamos y estábamos venciendo, y aunque la tierra quedaba herida, sabíamos bien que después la repondríamos. Pero entonces aparecieron con su arma poderosa, el arma GEDON y la tierra estuvo a punto de estallar, a punto de desaparecer, a punto de volverse polvo. Porque eran muchos los que morían y mucho lo que destruía, cuando de pronto…
Me desperté….
Mis padres querían que yo fuera a estudiar a Estados Unidos, robótica y yo también lo ansiaba bastante, pero no sabía cómo decirles eso tan extraño que había encontrado y no ahora, sino cuando era más pequeño. Era una especie de roca que hallé en la pista un día cuando iba al colegio y tenía un aura azul. ¿Qué les puedo decir? Una piedra tan extraña que cuando lo puse encima del televisor de mi cuarto; se prendía y monitoreaba sola, a su antojo. Un elemento extraño que no sabía si debía darles a mis padres o sólo echarlo a la calle, donde lo hallé. “Todavía recuerdo el momento cuando al verlo me quedé impresionado”.
Jamás pensé que por ella, años más tarde, ya hombre, me transformarían en robot y vería ante mis ojos el fin de la Tierra.
-Mamá, papá, tomen, la encontré en la pista tirada, ¿será algo?
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