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[no hay cambio sin experimento]

Cuento: "La extrañaré" de Valery Vergaray

La extrañaré

Es tarde, tengo que estudiar, tengo que-aunque no quiero-leer, me aburre tridimensionalmente todo lo relacionado con al estudio; es verdad, yo quiero ser una gran periodista, conocer lugares, gente famosa, pero ahí llegan mis limitaciones; por lo demás, mi mundo es ‘este, mi habitación, mi espejo y yo. ¿Tenía que estudiar en la facultad de derecho? ¡Háganme el favor! Qué hipócrita, ya me había bastado tener que leer y estudiar lo suficiente, no desperdiciaría mi tan cotizado tiempo estudiando abogacía, claro, para el Conde “Drácula” el tiempo era lo de menos, pero para mí el tiempo lo es todo. ¡Por supuesto que lo es todo! Yo simplemente repongo mis gastadas energías disfrutando de una larga siesta, y sonando, no como la lechera, sino como una verdadera dama debe tener sus expectativas claras; estudio lo necesario, sin exagerar, todo en exceso es dañino, ¿no?

Bueno, este año no voy a ser tan egoísta (es una de mis metas), como lo fui hasta hace un tiempo. También me propongo…varias cosas…creo, no es que no tenga expectativas, es que las energías gastadas me debilitan, me gastan, me con sumen, como quien exprime el zumo de una mandarina; tengo sueno y me acabo de levantar, estoy con lápiz en mano sin saber cómo empezar el resumen de su vida, es un poco monótono tener que hacer lo mismo todos los días, tomar el  mismo anís durante la mañana (que por cierto siempre sabe igual), ponerme el mismo uniforme, escuchar a los mismos maestros. ¡Qué deprimente! A veces creo que si no fuere por nosotros, los seres humanos, el mundo no cambiaría. ¡Pero qué contradicción! Sin duda a mi me afecta el exceso del ying y el yang, no debería pensar tanto, o tal vez si…eso tiene que ver con la filosofía, ¿verdad? Entonces no debo pensar mucho.

¿Quién muere si yo no hago los deberes? ¿Qué pasa si no escribo siete páginas sobre Confucio? ¿Confucio se quedaría en el anonimato, sino escribo ese resumen? De las tres preguntas me gustaría que una, aunque sea, me fuese respondido, por simple curiosidad y por aclaración futurista. ¡Ay no! ¡Que alguien me pellizque! No estoy dentro de mi sano juicio, estoy demente, y ahora cuando quiero ser cuerda…, esto es peor que el suplicio, bueno, pero, ¿se supone que…? Jamás en toda mi vida he visto un ser tan parecido a mi, pero no es tan parecida, tiene las facciones recta, muy rectas, muy perfectas, es…un…robot. ¡Por las mariposas en extinción! ¿La NASA ha hecho un seguimiento a todos mis movimientos? Si es así…

-¿Qué mensaje traer, ser inferior? ¡Respóndeme!- digo con voz firme, peor casi tartamudeando.

AL parecer los robots tienen que ser tratados con más dureza…así que le doy tres golpes en el brazo, pero, ¡oh rareza extraña planetaria! Me duelen los golpes a mí, que traumante, es injusto, pero…y si me golpeo yo…los golpes le van a dar a ella, pero que inteligente que soy, me iba a dar un pequeño golpe en el brazo, como para probar, peor ella me detiene con su brazo de lata y me dice de que yo no debía de herir a nadie, que era muy inútil de mi parte herir y herirme, me pareció buena gente, como si la pobre tuviese corazón, me siento apenada por ella, no tiene sentimientos, cuánto debe de sufrir de la gente, el pesar de los pesares, el sentir de los sentires, el elixir de la vida, como si entendiera eso, y más, quizás tenía celos, quizás más que celos, pero no…ella era MI ESPEJO. Si yo soy amable con ella, ella también lo será conmigo, si yo soy cruel con ella, ella también me hará la vida imposible, reflexioné, y me siento disminuida, pero qué triste, ya me puse sentimental, no me gusta llorar, pero quiero llorar de rabia y el coraje que e da tener un espejo delante de mí. Pero este espejo es tan irreal, este espejo me hace sentir culpable, tan culpable como si mi actitud fuera mero propósito mío, ante este espejo soy tan egoísta e insensible, pero es que ahora parezco yo el robot…

Ella me miraba, yo la miraba, nos mirábamos, o eso era lo que yo trataba de hacer. Le pregunto quién es, y ella me dice que se llama Valery, le pregunto si le gusta comer helado, ella me dice qu ele encanta el de vainilla, me sonríe y toma mi lapicero. Era increíble, se iba a poner a redactar mi tarea. La tomo del brazo y le digo con una sonrisa de que yo la tenía que hacer, ahora era yo la que estaba con el lapicero, pero, ¿es que no era yo la que no quería hacer la tarea? Ella de un suspiro y se sienta en la cama observando cada uno de mis movimientos. Yo empiezo la tarea con suma curiosidad, volteo cada vez que me siento en soledad, y solo compruebo de que ella sigue sentada en la cama, observándome con sus oscuros ojos, sigo escribiendo, a veces con ilación, a veces con nerviosismo, después de una hora, que me pareció una eternidad, termino mi tarea, guardo mis lapiceros y hojas y sigo dándole la espalda. Ella, sin embargo, camina silenciosamente y me pone una mano en el hombro, me sonríe y me pregunta si no tengo más tarea. Le miento y le digo que no tengo nada más. Ella mira mis libros de aritmética con miles de post-it en la pasta que decían “tarea pag-68”, no dije nada y abrí mis libros, a veces era horripilante comunicarse con suspiros y sonrisas, aun cuando eso demuestre “una sonrisa vale más que mil palabras” que cansado, nunca en toda mi existencia hacia las tareas de una semana para otra, una hora, dos horas y media, cuando por fin cierro el libro aliviada aunque un poco consternada, no había voleado la mirada mientras hacía los deberes y ahora nadie se acercaba a ponerme una mano sobre el hombro ni nada. ¿Se habrá ido? ¿Ya me habré despertado? ¿Seguiré durmiendo?

¡Esto es una pesadilla! No mires atrás, verás al monstruo gemelo, a la enemiga inmortal, no voltees; pero la curiosidad me intriga, giro la cabeza y ella me sigue sentada, con sus profundos ojos negros clavados en mi mirada, me levantó de la silla y le digo que ya es hora de dormir, ella dice lo mismo mientras se va al baño diciéndome de que tiene que lavarse antes de acostarse, asiento con un pequeño gesto y veo como ella abre la puerta son suma delicadeza y sale sin antes volver a cerrar la puerta. Me pregunto si mis padres se darán cuenta de semejante embuste de parte de un robot, pero ella llega a mi cuarto con casi una sonrisa de oreja a oreja. Le digo que tengo que irme ahora yo a lavarme, no me responde, salgo con suma pesadez y entro al cuarto de baño; después de lo que considere como media hora, salgo, a enfrentarme a la cruel realidad. Cuando llego a mi habitación, Valery, ¡no! Yo soy Valery, ella había acomodado un colchón al costado de mi cama, sin duda se iba a quedar a dormir (si es que podía hacerlo) Me hecho en la cama y empiezo a sonar, a perder la conciencia, a imaginar, a idealizar, a pensar. ¿Mañana qué pasaría? No lo sé, no lo sé y no quiero saberlo.

Es temprano, me despierto luego de un largo y reparador sueno, ella no estaba, se habrá ido supongo. Me cambio, me alisto, tomo mi desayuno, que por cierto sabe igual, saludo a mi mamá y a mi papá, me despido y salgo a tomar el micro. Cuánto daría yo por tener licencia para conducir, aunque tampoco sabría manejar, en fin, dormiría un ratito más, me acomodo y empiezo a dormir, aunque sea quince minutos, pero dormiría…la bocina me levanta en el éxtasis de mis sueños, pero, ¿por qué nadie me avisa de que ya me pasé mi paradero? Rayos, ahora a pedir permiso a todo el mundo, una señora me embarra el uniforme con su café, y del apuro le pido disculpas en vez de que ella se ala que se disculpe, Bajo empujando y gritando “baja”, pongo mis pies en la acerca y me pareció que puse los pies en la realidad, en una cruel realidad como si eso sirviera para llegar en un dos por tres, llego exhausta, me da ganas de tener alma de robot. ¡Pero no tienen! Por eso, justamente por eso abro la puerta del aula, siempre acostumbro pasar desapercibida, ser invisible Hoy fue un día de esos, me siento en la última carpeta, como la mudita de atrás y la del pelo raro me conocen, entre otros adjetivos. Historia, Álgebra y yo sigo pensando en qué habrá sido de mi dulce amiga. La pate racional de mi cerebro, porque ella es así, ella es la parte que tiene racionalidad, a veces quiero como ella, pensar, ser consciente de todas mis virtudes y fallos y corregirlos a su vez. Me gustaría ser perfecta como ella, me encantaría, lo deseo, y siempre lo desearé, salgo de clases, y espero el micro. Cuando a lo lejos la veo a ella con la misma blusa que tenía la vez que nos conocimos, corro hacia ella, la saludo y ella inclina la cabeza, me da pena. Nunca hablo mucho a pesar de que sabe mucho más que yo. La tomo de la mano para llevarla a pasear un rato, o ver un rato ropa o hacer algo juntas. Pero de repente siento algo frío en mis venas, algo marmóreo, me siento escuálida, y con dolor en todo mi cuerpo. Yo estaba en su cuerpo de hojalata, me siento adolorida, cuando la veo, ella estaba tambaleándose, se iba a caer. Corro a sujetarla, y el dolor de mi cuerpo desaparece, a su vez ella me sonríe con una brillante calidez, me da las gracias, empieza a hablar y de pronto se tapa la cara con ambas manos y me dice que nunc ale había pasado esto, que jamás había podido expresar sus ideas libremente, que era como desfogarse con alguien, que nunca había sentido los latidos de su corazón, porque nunca había tenido. Pero ahora todo había cambiado, iba a poder conocer y sentir el sol, la lluvia, el frío, todo. Ahora todo está más claro, y es todo tan triste, yo me he convertido en eso que quise ser, y ella se ha transformado en todo cuando deseó, es doloroso, sigo caminando y ella sigue aferrada a mi brazo para no tambalearse. No puedo hablar aunque quiero, siento que solo puedo caminar, soy prisionera de mis palabras, de mis actos, de mi creador…

Llegamos a casa y quiero decirle que quiero volver a ser yo misma, pero no puedo, de repente unas imágenes pasan por mi cerebro, o lo que sea que tenga en donde se supone que debe ir. Un señor viejísimo me sonríe, yo le sonrío, él tiene un chip en su mano, se acerca y me coloca la memoria, todo da vueltas, veo un agujero de gusano, he viajado a otro universo paralelo, tengo que encontrar mi otra mitad, tengo que buscarla y encontrarla, tengo su rastro, tengo su ADN, solo es cuestión de verla y escanear su apariencia a mi creador, luego él me reconstruiría idéntica a ella. Sigo buscando, no la encuentro y estoy enviándole los informes a mi creador. Él me dice dónde vive, la encuentro. Está con un libro entre manos, no se concentra; escaneo su imagen, se la envío a mi creador y aparezco nuevamente en el laboratorio sin antes haber pasado por el agujero de gusano. Mi creador me sonríe y me quita la memoria. He despertado, tengo otra apariencia, soy igual a ella, o mejor dicho idéntica. Los robots nunca igualaremos al ser humano, estoy desubicada, pero no puedo demostrarlo, tengo que encontrar a mi otra mitad en ese universo paralelo y anotar todos sus movimientos. Estoy en el agujero de gusano y aparezco en una habitación, estoy en la habitación de mi mitad…

Ahora lo comprendo todo, ella vino de ese universo paralelo al mío, siempre fue un robot, y ahora yo tenía su misión, tanto que lo deseaste, ahí lo tienes Valery, eso te pasa. ¿Estás feliz no? ¿Peor por qué? Era tu sueño, tu anhelo, tu ambición. Es lamentable que me arrepienta después y no antes, no puedo demostrar mis sentimientos de esta forma, no siento nada pero pienso bastante, pienso de más. Quiero llorar pero tampoco puedo, soy una intrusa en este cuerpo de hojalata. He sido adoptada a la fuerza, tengo un hermanastro, se llama Robonaut 2, quizás alguien lo conozca, yo no, pero sus imágenes cruzan mi memoria…

De pronto ella se me acerca, está triste, me mira con ojos sombríos y me pone una mano en ese hombro ahora mío y me dice

Yo soy la que debe sufrir, es mi mundo, un poco triste como es, pero ya me acostumbré, gracias. Te extrañaré mucho, jamás pensé que algo tan hermoso me pasaría, jamás lo pensé. Te quiero, adiós Valery.

Y nuevamente siento el calor en mis venas, ella está en su cuerpo de lata otra vez y yo donde pertenezco. Ella me mira con tristeza, yo la miro con pesar y la abrazo, ella responde a mi abrazo mientras desaparece en una brillante y luminosa luz blanca.

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