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[no hay cambio sin experimento]

Cuento: "Las Aventuras de Winplot" de Elsa Laos

Título: Las Aventuras de Winplot

Autor: Elsa Laos Paredes

Categoría: 1ro-3ro de secundaria

 


 

Las Aventuras de Winplot

Hola, soy Winplot, modelo 5300, vengo del planeta POPCORN-245 Galaxia IO3000. Mi cuerpo se alimenta de la energía solar y lunar, soy el único popcorniano sobreviviente, bueno, eso e slo que creo, como todo robot tengo una historia que contar. Sé que te gustará saber cómo llegué a estar aquí, en tu planeta, La Tierra.

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POPCORN-245 era un planeta algo pequeño, con pocos habitantes, teníamos 7 lunas. En mi planeta la luz no existía, yo vivía con mis padres en nuestra base “Pibot G5”, pero en nuestro planeta no siempre existió tranquilidad, pues recibíamos constantes amenazas del planeta vecino TURMULACUS-246, ellos nos que rían quitar nuestro snoggys, que eran sustancias que el centro de nuestro planeta producía. El snoggy servía de energía para nuestras armas de batalla.

Los Turmulaquianos tenían abundancia de armas, pero no podían hacer funcionar ninguna sin nuestro snoggys, por lo que aprovechando de un día nublado en POPCORN-245, mandaron a Buzzler, que era una especia de abeja robot, la cual ingresó a nuestro planeta sin ser vista, logrando así robarnos un poco de nuestro snoggy.

Al día siguiente en POPCORN-245, mi familia y yo íbamos a hacer las compras semanales, cuando de repente ¡BOOM!, una cápsula cayó en nuestro planeta, aplastando así una de las bases. Llenos de curiosidad, todos los popcornianos rodearon a la cápsula, cuando de pronto, se abrió y dejó salir una especie de nanorobots que parecían ser inofensivos a primera vista y se dispersaron por todo POPCORN-245, sin que nadie le diera importancia alguna, a tal punto que echaron a la basura esta cápsula rara y de un color verde fosforescente.

Cuando mi familia y yo llegamos a nuestra base, sentimos un pequeño temblor, y al salir a ver lo que había sucedido, comprobamos que la luna “Alfa 1” se había caído, ante lo cual todos los popcornianos quedaron sorprendidos  y con la gran interrogante y la curiosidad del por qué había pasado eso. Horas más tarde cayó la luna “Alfa 2”, entonces todos los popcornianos empezaron a autodestruirse, fue algo que jamás olvidaré.

Mussobot, que era el rey de nuestro planeta, puso en estado de alerta a POPCORN-245 e inmediatamente después de esto todas las familias pusieron en cápsulas a sus hijos y los mudaron a QUESO-245, que era un planeta lejano, pero era como nuestro planeta, respaldo que en circunstancias como éstas nos servía como un refugio seguro. Ahí fue donde todo comenzó: mis padres pusieron las coordenadas para que me fuera con los otros POPCORNIANOS, directo hacia QUESO-245, pero yo veía cómo todas las cápsulas se iban hacia una misma dirección, peor la mía se alejaba más y más de todos, en sentido contrario, así que me puse a observar detenidamente por qué estaba sucediendo esto, y detecté que mis padres habían cometido el gran error de usar las coordenadas para enviarme directamente a La Tierra, ante lo cual yo ya no podía hacer nada. Simplemente era una máquina que aún no había alcanzado suficiente desarrollo y no tenía la capacidad para cambiar de dirección de forma inmediata.

Al parar mi nave, salí aterrado. Por mi mente pasaban los momentos de mi vida robótica, pero tenía que armarme de valor e ir hacia lo que se me venía. Abrí las compuertas de mi cápsula y una gran luz cegó mis ojos robóticos, era algo increíble, era brillante, me era muy difícil aceptar esta realidad. ¿Era verdad? ¿En serio podía haber luz en un planeta? No les mentiré, era lo más increíble que podía haber visto en toda mi vida, en mi planeta la luz era como un mito.

Me paré a observar lo que a mí alrededor se encontraba. Eran como animales gigantes, tan grande que imaginaba que yo solo cabía entre sus grandes dientes, no se movían, eran como estatuas ahí plantadas y tenían una cola tan extraordinaria que con ella podrían haber derrumbado varios árboles que se encontraban ahí.

Según mis cálculos, el gran impacto de mi cápsula los podía haber llevado a su gran final, no sabía cómo se llamaban, no sabía si podían pararse de nuevo, pero bueno. Solo quería encontrar un lugar donde pudiese pararse de nuevo, pero bueno. Cogí entonces algunas ramas y hojas, y comencé a construir lo que llamaría mi nueva base, por lo menos para estar protegido por si alguna de éstas bestias se levantaba. Construí mi nueva base frente a algo azul, era algo que iba y venía, pero fin no tenía. Era tan cristalino, tan hermoso y deslumbrante. A veces por las noches me ponía a pensar que suerte que me enviaron acá mi padres, después de todo, ahora no saben que vivo feliz, deseando descubrir más cosas hermosas aquí, en este extraño planeta que ahora sé que se llama La Tierra. Una noche decidí salir de mi base, armarme de valor y explorar esto que sería mi nuevo hogar. Caminé por varias horas y encontré una gran roca perfecta sin ninguna grieta, suave y blanda, me parecía como si tuviera la luna en las manos y decidí llevármela a mi base, pues pensé que esto me daría suerte.

Fue tan impresionante ver después que de algunos días mi roca de la suerte empezó a moverse y a emitir sonidos raros. Me asusté, pero me quedé mirando fijamente lo que sucedía, de pronto se partió y un ser vivo de ojos gigantes, brazos pequeños y dos alargadas patitas salió de ahí, de mi gran roca de la suerte. Entonces comprendí que había nacido un nuevo ser, a quien vi crecer y también morir.

Pasaron miles de años y el planeta cálido, con animales que caminaban, saltaban y volaban se congeló totalmente, muchos seres vivos murieron, pues el frio y el hielo y la falta de vegetación y alimento los aniquiló.

El hielo era tan divertido, me podía deslizar y esta vez mamá no estaba ahí para decirme que no. Fue uno de los momentos que jamás olvidaré. Mi pequeño cuerpo robótico deslizándose por el hielo, cerraba mis ojos y me sentía en las nubes, de pronto algo me detuvo; al alzar la mirada vi unos enormes dientes, una trompa tan peluda y tan gigante que faltaba muy poco para que las tuercas se me salieran de mi robótico cuerpo.

Poco a poco empecé a alzar aun más a mirada y vi que había docenas de ellos, eran muchas de esas bestias, las cuales ahora sé que se llaman mamuts, eran gigantes, peludos y con unos enormes colmillos que parecían que jamás acabarían. Atrás de ellos venían otros animales extraños, con enormes dientes, ellos comían todo lo que encontraban a su paso, eran muy salvajes. Ahora sé que los llaman tigres dientes de sable.

Decidí escapar de ese lugar, por más de que me quisiera divertís en el hielo, mi miedo era más grande, así que usé mi función turbo y fui a toda velocidad  hasta donde diera mi energía y me escondí en una cueva, hasta que esta fría helada acabara.

Pasaron miles de años, en los cuales solo pude ver crecer ramas, insectos y unos animales muy graciosos que subían árboles, saltaban, eran peludos y hacían muecas con su boca que me hacían reír, yo lo llamé primates.

Pasé tantos años en esa fría cueva que mis ansias de salir eran increíbles. Una mañana cuando el sol estaba en su punto más alto, decidí salir y tuve una sorpresa increíble. Al darme cuenta de la existencia de flores, árboles, pasto, todo era verde y de unos colores algo singulares. Y en esos árboles estaban ellos, mis amigos los primates, que siempre tenían una sonrisa en la cara.

Quise ir a mi antigua base, en donde estaba el río, así que activé mi función turbo y me dirigí a toda velocidad allí. Al llegar a mi base me percaté que unos primates estaban viviendo allí, y apenas de que eran tan grandes, los vi tan felices que no quise sacarlos, así que construí otra base al costado de la de ellos.

Yo los veía salir cada mañana con palos filosos, rocas y venían con animales muertos, me asusté mucho pues pensé que me descuartizarían algún día, así que decidí hablar con ellos, pero al parecer ellos no entendían lo que yo les decía. Ellos simplemente me miraban, abrían sus ojos y se iban corriendo.

Pasó el tiempo y esos simios ya no eran simios, eran seres más evolucionados y posteriormente descubrí que se trataba de seres humanos, que por la fuerza de la necesidad habían descubierto el fuego, y solo necesitaban ramas, era algo muy impresionante.

Yo los veía todas las tardes cazar mamuts que los echaban al fuego y luego se lo comían, después comprendí que era para sobrevivir.

Una noche mientras descansaba mi reloj nebuloso empezó a sonar y comenzó a emitir un sonido estridente, de repente mi robótico cuerpo fue atraído como un imán hacia mi cápsula, sí, la que me trajo aquí, a La Tierra,  con una luz roja que se encendía y se apagaba, entonces entré a la cápsula y de ahí ya no podía, entré en un sueño profundo de miles y millones de años.

Dormido yo estaba, cuando de repente ¡CRACK!, mi cápsula se partió en dos. Lo primero que mis ojos robóticos vieron fue a un hombre, no tan joven, con cabellos desordenados y un bigote blanco.

Salí de mi cápsula muy asustado y escuché que él me dijo:

-Hola, soy Albert Einstein, bienvenido a mi mundo, ¿cómo te llamas?

Yo con voz tenue le dije:

-Hola, soy Winplot, modelo 5300 y vengo del planeta POPCORN-245, Galaxia I0300, perdón que le pregunte, pero, ¿cómo logró abrir mi cápsula?

Y Albert Einstein me respondió:

-¡Ah! Eso fue fácil, tan solo usé un poco de física cuántica.

En ese momento el Sr. Einstein y yo nos pusimos a conversar muy amigablemente y él me contó todo lo que había sucedido mientras yo descansaba en mi cápsula. Por supuesto que yo también le conté toda mi historia.

Yo vivía con él, lo ayudaba en sus teorías, en muchas tareas científicas. Él me contó que en nuestra galaxia sólo había 8 planetas, y que mi planeta ya no existía, tal vez se desintegró, porque POPCORN-245 ya no existe. Él me hizo entender muchas cosas, pasaron pocos años hasta que él falleció. Recordé todo lo que aprendí con él.

Al pasar el tiempo veía con mis propios ojos robóticos cómo la gente destruía, mataba, hacía daño, hacían guerras, habían máquinas voladoras que lanzaban elementos explosivos, sucedían muchas cosas horribles, que ya no quería recordar.

Quise alejarme de todo esto, así que decidí conectarme a una computadora y vivir un tiempo viajando por la red. Viví aventuras en la red, hice programas hacker, programas educativos, matemáticos, a uno de ellos le puse mi nombre, Winplot, a mi me encantaban las matemáticas.

Ya han pasado millones de años desde que llegué a este lindo planeta. Aún sigo aquí entre los humanos y ellos aún no notan mi presencia. Es posible que nunca me vaya pues sino cuido de ellos, con tantas armas letales que han creado, pasará lo mismo que ocurrió en mi planeta.

Hola, soy Winplot modelo 53000 y te he visto nacer y crecer, pasarás a la historia y aún no me has notado…

 

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