Cuento: "Soledad" de Katheryne Rojas
Título: Soledad
Autor: Katheryne Rojas Barbarán
Categoría: 1ro-3ro de secundaria
Colegio: San Martín de Porres
Yo robot
En la ciudad pasto, existía un distrito muy pintoresco y agradable, todo era bonito, las cosas eran bonitas, excepto una, la casa de Joaquina, era una mujer ya mayor, una científica muy reconocida. En toda su vida había ganado muchos premios, por sus inventos.
La casa de Joaquina era la más bella y rara, pero todo cambió cuando Joaquina se di cuenta de que era una mujer solitaria y enferma 9le detectaron cáncer a la piel). Joaquina sufrió mucho con la noticia de que la culpa de que tuviera cáncer la ocasionó su profesión, por las radiaciones, ella nunca se lo perdonó y siempre se sentía triste y sola. Pasaron algunos meses para que ella tomara una decisión definitiva en su vida, decidió no negar lo que era mejor (la mejor científica) y el hecho que estuviera desahuciada.
Joaquina decidió inventar algo maravilloso que fuera merecedor de reconocimiento y que a la vez le diera satisfacciones como persona, que pudiera sentir aprecio hacia ese proyecto.
Un día, al levantarse Joaquina y ver su casa vacía, para ser más exactos un jueves, decide hacer un robot. Joaquina no estaba segura de lo que quería, de cómo lo haría, pero si estaba segura de que lo haría. Joaquina empezó primero por dibujar a su robot, volvió a abrir su laboratorio, todos los días hacía algo por su robot, cada vez se veía más realidad ese sueño casi imposible. Pasaron dos meses y ya faltaba poco, cada vez dice que faltaban menos piezas.
Luego de una semana, la doctora Joaquina ya había completado a la robot físicamente, pero le faltaba algo importante, el cerebro. Mientras eso sucedía, Joaquina todos esos meses no había salido, las personas decían que tal vez ya se había vuelto totalmente loca, o que está muerta, porque nadie la había visto en meses.
Joaquina había formado una memoria y en la parte central un chip, en forma de corazón, porque a pesar de todo, Joaquina deseaba que su robot tuviera sentimientos. Según todos sus conocimientos, para que su robot funcionara necesitaba una descarga eléctrica, Joaquina eligió un día especial para darle el toque final a su robot, pero curiosamente Joaquina decidió plantar un árbol (roble) en su casa, el mismo día que naciera su robot. Joaquina decidió que su robot se llamará Soledad, porque eso significaba su robot, la soledad que ya se acabó, una nueva vida y un comienzo sin final.
Joaquina se acercó a su robot y le da la descarga, poco a poco se levanta el robot, paso a paso, camina algo gracioso, Joaquina casi se desmalla de la impresión. Y la primera orden que la dio a su robot es que no hay órdenes, de que lo único que debe de hacer es actuar como una persona normal. Ese día antes por la mañana, Joaquina decidió primero ensenarle a su robot a sentarse en una mesa, a hablar continuo y extrañamente a sonreír. Joaquina quería hacer conocido por sus amigos científicos este invento magnifico, pero primero quería que el robot adquiriera características de humanos.
La gente dejó de juzgar y empezó a aceptar, apreciar y a darse cuenta también de la enfermedad de Joaquina. Soledad no comprendía porque su mamá ya casi siempre estaba enferma o se desmayaba.
Soledad, a pesar de ser tan inteligente, aún no sabía nada, ni conocía la variedad de enfermedades en el mundo.
Soledad cada vez se convertía más en una persona normal, así que Joaquina por fin decidió hacer conocido su invento al mundo, ella decidió llamar a personas importantes en el mundo científico para que conocieran a Soledad.
Joaquina ya sabía que le quedaban pocos días de vida, para ser más exactos una semana, ella no se lo quería decir a Soledad, quizás ensenarle todo, menos a conocer el dolor, la pérdida.
Joaquina organizó todo y logró que el mundo conociera su invento, participó en los premios novel, claro que iba a ganar, todos hablaban de eso, pero la fecha de la entrega del premio era muy extensa para el poco tiempo de vida que le quedaba. Por coincidencias de la vida, está programa para un día después del lapso de tiempo de vida. Soledad cada vez se sentía más incómoda con esta situación, a pesar que preguntaba con insistencia, no sabía qué era lo que tenía Joaquina. La ciudad de pasto estaba irreconocible, ahora todos trataban a Soledad como algo raro, extraño. Nadie, ni Joaquina lo pudo comprender, porqué cambiaron tanto de pensar, la situación era incómoda.
Joaquina había arreglado un cuarto para Soledad, muy bonito y normal, pero por ese día Joaquina quería sentirse acompañada y decidió dormir junto a Soledad, aunque es un poco raro, porque los robots en si no duermen, solo cierran los ojos y se desconectan de su mundo cibernético y extraño. Al día siguiente, cuando Joaquina despertó, vio a su robot levantada y observándola extrañamente, cada cosa, movimiento o acción, Joaquina se lo tenía que explicar al robot y eso era lo que más le agradaba a Joaquina, ella quería al robot como a su hijo.
Pero ni Joaquina podía dejar de lado su enfermedad que cada vez avanzaba, todo el tiempo que había empleado en su robot era un tiempo perdido para su vida, porque cada vez avanzaba más su enfermedad terminal, pero todo lo valía, cada esfuerzo sea satisfactorio.
Joaquina le ensenó a su robot a querer a los demás, a saludarlo, a sonreír, abrazar, escuchar y opinar. Soledad todos los días iba a ser al árbol y echarle agua, porque ese árbol significaba algo, el inicio y el final de la vida de Soledad. Las personas que vivían alrededor de Joaquina, sus vecinas, primero la molestaban por ser algo raro y luego empezaron a apreciar el gran logro científico que significaba Soledad. Joaquina comenzó a querer a Soledad como a su hija, como alguien de su familia, cada vez salían más a las calles, la gente de pasto ya se comenzó a acostumbrar y aceptar a Joaquina y Soledad como familia.
Joaquina se sentía peor que cualquier habitante de Pasto, le faltaba algo antes de morir, despedirse, explicarle a Soledad qué era lo que sucedía. Pasaron los días y derrepente loas dos estaban a un día del premio y Joaquina se dio cuenta de que ya era el momento de que hablara con Soledad. Joaquina en llanto y preocupación le contó la verdad a Soledad, le dijo que tal vez eran sus últimas horas de vida, que es un ciclo que todos debemos cumplir, y solo le decía lo mucho que la quería. De repente cayó una lágrima de los 2 parlantes, que funcionaban como ojos para Soledad, se dieron el abrazo más fuerte, más intenso y duradero.
Todo Pasto está conmovido por Soledad y Joaquina, todo el pueblo comprendió que no se trataba de un robot, sino de la hija de Joaquina.
Soledad u Joaquina contaban juntas las horas, y hora tras hora. Cuando amaneció, ahí estaban las dos abrazadas y se dieron cuenta de que tenían que ir a recoger el premio, las dos se levantaron y fueron. Subieron juntas al escenario y cuando estaban ahí las dos junto al micrófono, Joaquina se desmayó. Todos sabían, hasta Soledad, de que era le fin, era el último respiro, pero alguien tenía que dar un discurso y como se lo había ensenado Joaquina, junto al discurso y a su adorada madre, solo dijo: “El final es nuevo comienzo”. Soledad salió del estrado, con Joaquina ya casi muerta.
Soledad apenas enterró a Joaquina, decidió irse, desaparecer, comenzar de nuevo. Fue a su cas y cortó aquel árbol grande y solo se llevó una pequeña parte de él para poder sembrarlo y volver a comenzar en otro lugar. Tal vez en uno más lejos y extraño, solitario. Adiós Pasto. Tal vez Soledad decide huir porque su creadora, bondadosa e importante madre, porque cada parte de la casa le recordaba a Joaquina. Y lo mejor era huir, separarse de todo lo extraño y raro que le recordaba a Joaquina.
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