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[no hay cambio sin experimento]

Cuento: "Un simple sueño" de Brando Ayambo

Título: Un simple sueño

Autor: Brando Ayambo Vásquez

Categoría: 1ro-3ro de secundaria

Colegio: Almirante Miguel Grau

Un simple sueño

Ya me hartaste, todo el día en esa maldita moto- gritaba mi madre. Hey muchacho del demonio, ven para acá, oye Kenny Valnow Vásquez, vez que te digo, todo el día estás en esa maldita moto. Oye, ven Ken, si no vienes en este omento encuentras todas tus cosas en la calle- seguía gritando.

Si madre, como no- dije- Adiós, voy a vivir la vida. Iba por la calle con mi bella moto roja, de pronto un carro me cerró el paso. Mi moto salió volando, de pronto mi vista comenzó a oscurecerse, yo mismo me decía levántate, levántate, pero no pude.

Cuando desperté una chica y si a eso se le podía llamar chica, tenía la cara transparente, no tenia ojos y todo su interior estaba lleno de cables. Mi primera impresión fue – ¡Suéltame!- con una voz asustada.

-Tranquilízate- dijo- corre, corre, escuchaba en mi mente. Entonces comencé a correr y cuando llegué a la puerta me quedé admirando los carros que volaban, los edificios eran más de 100 pisos, había igual que la enfermera muchas personas, me quedé parado afuera de ese lugar como un minuto sin hablar y con la boca abierta.

-Sr., buenos días, ¿qué son esas personas que están ahí?- dije apuntando a la persona que se parecía a la enfermera.

-Son cyborts, mitad robots mitad humanos, casi todas las personas del mundo ya se hicieron el tratamiento- dio el doctor.

-Gracias y adiós- dije. De nada- dijo.

Comencé a caminar rápido, yo estaba como un loco, ¿por qué estaba con tanta ropa de hospital?

Llegué a la dirección donde había vivido antes del accidente. Cuando llegué, me di con la sorpresa de que en aquel lugar había una casa de 3 pisos y en el patio 3 carros lamborginis. Cuando me disponía a marcharme, un cybort salió de la casa y dijo:

-Buenos días joven Kenny.

-¿Y tú quién eres?- dije.

-Soy el mayordomo de la familia Valnow- dijo.

-O sea, cómo te llamas- pregunté.

-Aron, no me diga que en la semana que se fue a Japón se olvidó de mi- dijo.

-No, cómo crees, solo era una broma- dije.

-Joven Kenny.

-Sí Aron, ¿qué quieres?- dije.

-¿Por qué está con esa ropa de hospital?- me preguntó.

-Es que en Japón esta es la última moda- traté de engañarlo.

-Pero estamos en Perú y no en Japón, así que entre a cambiarse- dijo.

-Claro, en este momento, pero primero, ¿me abrirías la puerta?- le dije.

-Discúlpeme joven Kenny- dijo algo tímido.

Entonces entré, mi madre me esperaba en la sala.

-¿Cómo está mi Ken?- dijo ella.

-Bien- dije yo.

-Bien, ¿y cómo estuvo tu paseo por Japón?- preguntó.

-Muy bien madre, me encantaría conversar contigo, pero tengo que cambiarme, para salir- le dije.

-Ve hijo, ve.- dijo.

Subí al segundo piso y busqué en todos los cuartos algo que se identificara conmigo y así sabría cuál era  mi cuarto. Cuando entré a un cuarto, había una foto muy grande mía en el armario, entonces supe que era mi cuarto. Me cambié y salí a la sala, mi madre seguía ahí.

-Mami, puedes decirle a Aron que me lleve al centro de la ciudad- dije.

-El es nuestro mayordomo, no nuestro chofer- dijo- ¿Pero podrías irte en tu moto, no?

-Sí, ¿dónde está?- le pregunté.

-En la cochera, pues- dijo.

-Entonces me voy, ya vuelvo mamá- dije.

-Que te vaya bien- dijo.

Subí a la moto y había una pequeña pantalla que decía huella digital. Puse mi dedo y la moto se prendió y dijo:

-¿A dónde vamos, joven Kenny?

-Al centro de la ciudad- dije.

Entonces estaba caminando, cuando me choqué con una chica muy linda.

-Hola, soy Kenny, pero puedes decirme Ken. Lo siento mucho, no quería que suceda esto- dije.

-No, nada pasó- dijo.

-¿Cómo te llamas?- le pregunté.

-Laura- respondió.

-¿Podríamos volver a vernos?- le dije.

-Claro, ¿cuándo?- dijo ella.

-Mañana, ¿te parece?- le dije.

-Si- dijo.

-Entonces dame tu número, yo te llamo.

Ella me dio su número y se despidió.

Nunca me había sentido así, fue amor a primera vista. Al siguiente día salimos, pero había algo raro en ella, nunca comía y nunca tomaba nada. Y siempre que pasábamos por donde había metal, los metales se atraían hacia ella como un imán.

Así pasó un año. Ya éramos enamorados, yo quería el segundo gran paso, casarnos. Le pedí que me llevara a su casa para pedirle la mano a su padre, pero ella siempre ese negaba. Hasta que un día, cuando estábamos en un parque de diversiones, se cortó y no sangró. Yo le dije ¿Qué eres tú? ¿Por qué  no sangras?

-Te diré la verdad, soy un humanoide, todo mi cuerpo es robótico, peor por afuera soy igual a un humano.

-O sea, yo creí en ti y tu nunca me contaste eso, ya comprendo por qué no querías comer ni beber y porque cada vez que pasamos por donde había metal se atraían hacia ti.

-Pero discúlpame, yo te amo- dijo.

-Cállate y mírame a la cara. ¿Tú me amas? Ah, y ni siquiera sé si tienes sentimientos- dije gritando- ¿Acaso no veías cómo te amaba? Respóndeme- dije gritando- Llora, eso si sabes hacer, ¿o tampoco tienes lágrimas?

-Ken, lo siento- dijo.

-Cállate, adiós Laura- dije.

Subí a la moto y comencé a manejar a full velocidad hasta que un carro se interpuso en mi camino y choqué. Cuando desperté mi madre estaba mirándome.

- ¿Qué pasó?- le pregunté.

-Estuviste un año en coma- dijo.

-¿Qué? O sea todo lo que viví con Laura fue solo un sueño.

 

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