Cuento: "Yo soy el robot" de Diana Túpac
Título: Yo soy el robot
Autor: Diana Túpac Quispe
Categoría: 1ro-3ro de secundaria
Colegio: San Martín de Porres
Yo soy el robot
El señor Cassius era un científico, sus compañeros lo consideraban un loco. Frecuentemente durante el día pasaba encerrado en su laboratorio, haciendo múltiples experimentos, que eran copiados de otros científicos. Pero Cassius decía que el mismo lo creó, más bien los otros científicos le copiaron.
Una mañana Cassius se encerró en su laboratorio y no salió de ahí por varios días. Ni siquiera salió para hacer sus necesidades fisiológicas. Sus amigos, los otros científicos, temieron que se envenenara y hubiese muerto de calambre al cerebro.
Realmente pasaron como 72 horas de que estaba encerrado ahí. Intentaron por todos los medios abrir la puerta, pero no lo lograron. El laboratorio no tenía ninguna ventana porque pensaban que se habría asfixiado. Estaban por llamar a los bomberos y a la policía, es entonces que la puerta del laboratorio se abrió. Apareció el señor Cassius con una sonrisa de oreja a oreja, peor muy pálido. Detrás de él iba un robot. No tenía la clásica forma de un robot. Más bien de un niño, porque tenía todos los rasgos de un ser humano. Cassius explicó a sus colegas que ese robot era un androide. Parecía humano, porque hasta tenía inteligencia propia, pero fue diseñado solo para recibir órdenes. ¿Cómo lo hiciste?- dijo uno de sus colegas.
Es un secreto. No quiero que nadie más copie mi idea, al menos por esta vez0 dijo Cassius mientras salía de ahí, muy orgulloso por su robot.
Los científicos se molestaron. También estaban muy preocupados por lo que podía pasarle a Cassius, porque ya existía gente que creó robots casi humanos como los androides y éstos no son de fiar. Sabían que al adoptar una inteligencia propia podían razonar y armar una rebelión en contra con los humanos. Tenían que hacer algo para que eso no pasara con el robot del científico Cassius.
Cassius no se preocupaba de eso. Más bien estaba orgulloso por su brillante y “tan orgullosa” idea, como hacer androides para que le hagan sus quehaceres domésticos. El robot barría los pisos, limpiaba su ropa, sacudía el polvo…en fin, un sin número de tareas domésticas. El robot en ningún momento mencionó palabra alguna. Cassius se dio cuenta que se olvidó de ese detalle. Así que un día volvió a encerrarse en el laboratorio. Tuvo que desactivar al robot para implantarle un dispositivo que le permitiera hablar.
Cuando terminó, el robot aprendió a hablar y sus primeras palabras fueron “Yo soy el robot”. Imitaba las palabras que los demás decían. Cassius le puso por nombre “Atila” y el robot se lo aprendió muy fácilmente. Pasó el tiempo y nadie más oyó hablar del señor Cassius. Los científicos se volvieron a preocupar. Uno de los científicos encontró el laboratorio del científico Cassius, se atrevió a ingresar y vio la escena más horrible de toda su vida. El señor Cassius estaba tendido en el suelo con el estómago y las tipas fuera de su vientre. Al lado de él estaba el robot con un cuchillo en la mano derecha. El científico corrió con la velocidad del viento. Y tuvo suerte de que el robot no lo viese. El científico contó a sus colegas, y ellos no le creyeron. Pero entonces se fueron al laboratorio de Cassius, para ver lo que sucedía. También lo encontraron, pero esta vez ya no tenía ni las tripas ni el estómago, solo un gran agujero en el vientre.
El robot tampoco se encontraba, pero vieron una huella de sangre que se dirigía a la puerta. La huella era pequeña, como la de un niño. Entonces los científicos supusieron que realmente fue el robot lo que hizo eso. De seguro el robot se limpió e pie, antes de salir del lugar. Días después el científico leía el diario y luego soltó un grito de horror. Los otros científicos preguntaron qué le pasaba, y él les leyó la noticia que temieron durante todo el día. La ciudad teme nuevos incidentes. Dos niños, un hombre y cinco mujeres fueron asesinados en la plaza pública. Nadie sabe cómo ocurrió. Un joven que jugaba hasta tarde en la plaza encontró los cuerpos en un arenero, boca arriba y con las tripas afuera de su vientre. Los niños tenían la cabeza destapada, por lo que se podían ver sus cerebros, fueron arrancados de la misma, al igual que sus ojos y al guna parte de la cabeza. La ciudadanía está aterrorizada. Temen que ocurran nuevos incidentes como esos. La policía pide calma a los ciudadanos y también dice que encontrarán a los culpables o culpable del incidente. Los familiares de las víctimas afirman que él salió a la mañana, ya sea para ir al colegio o al trabajo, pero dicen que estaban bastante preocupados porque él no regresaba a su casa. Pidieron a los policías para que lo buscara y cuando encontraron esos cuerpos, los inicios lo reconocieron. Solo a los niños tuvieron que hacerle un análisis de ADN, por estar irreconocibles. Asimismo, los familiares piden a las autoridades seguridad en el pueblo, y que castiguen al culpable.
Esto es más grave de lo que creíamos- dijo uno de los científicos- Debemos hablar con la policía, que en ese momento ya sabía sobre la muerte de Cassius. Le dijeron que sospechaban era ese niño, que en realidad era un robot llamado Atila. Los policías prometieron que lo arrestarían y que lo destruirían porque era un robot. Pasaron los meses y aumentaba el asesino.
No solo aparecía con las tripas afuera, sino también sin cerebro, o sin corazón. En algunos casos hasta le sacaba los aparatos reproductores y le arrancaban la columna vertebral. Uno de los científicos dijo ¿Qué sugieres que hagamos?, le dijo a uno de los científicos. Sólo Cassius sabía cómo era creado y destruirlos. Todos los científicos pensaban pero ninguno de ellos encontró respuesta. El científico miraba los ácidos del escritorio, vio por debajo del mismo unas baldosas que sobresalían del suelo. Miró a los demás científicos, que estaban totalmente ocupados, buscando respuesta, y se metió debajo del escritorio. Se dio cuenta que era una puerta. La abrió y vio una escalera de hierro, bajo por ella con una linterna para alumbrar el camino. Luego de bajar todas las escaleras, caminó por un largo pasillo. Calculó que solo podía entrar una persona como él ahí. Al final del pasillo encontró una puerta de madera. Vio que el candado estaba roto, por lo que pensó que alguien lo rompió para poder entrar. Lo único que vio fue una pequeña pieza iluminada por una lámpara de poca intensidad. Había un escritorio de libros y papeles desordenados. El científico se acercó y eran varios inventos que había hecho Cassius. Pero había un papel en donde hablaba de cómo hizo al androide.
Así se enteró que le androide estaba hecho de circuitos, de metal, la batería recargable, reproductor masculino, de manera que pareciera un humano que máquina. Mientras el otro científico leía todas las indicaciones, sintió un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Al despertar se encontró atado en una silla desde los pies hasta los hombros, luego de 2 o 3 semanas aparecieron los científicos y el robot. El robot se acercó al científico y le sacó la soga. Lo siento, dijo el robot, es que acabo de activar mi emoción. Siento tanto matar a Cassius, nuestro creador. De seguro ustedes eran sus amigos. ¿No se pueden revivir personas?, preguntó uno de los científicos. No, no se puede, dijo el robot. Lo único que podemos hacer es revivir a una persona que está medio muerta, pero nada más. Yo creo que algún día, lograremos crear seres humanos con vida. Un científico preguntó pueden llegar a ser Dios, si es que siguen avanzando con la ciencia. No estoy seguro, dijo el otro científico, yo creo que nunca llegaremos a ser como Dios, porque todos los que lo intentaron, terminaron muy mal. Y les voy a enseñar a no matar porque sé también hacer sus experimentos y sin necesidad de matar. Creo que tendré que ensenarles lo que los humanos suelen hacer, ahora que descubrirán lo que es la emoción y el sentimiento. El robot sonrió. Por alguna razón sabia que a partir de ese momento tendría una nueva vida.
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