Cuento: "La tristeza de un robot" de Adriana Choy
Título: La tristeza de un robot
Autor: Adriana Choy Hupio
Categoría: 1ro-3ro de secundaria
Colegio: C.E.N.E. Señor de la Misericordia
La tristeza de un robot
Desde el primer momento que me crearon he podido aprender mucho lo que es la vida, como son las personas, pero nunca he sentido esos sentimientos que los humanos sienten como la tristeza, soledad, ira y sobretodo nunca he sentido el sentimiento de “amor”.
Una tarde estaba caminando por la plaza, estaba todo vacío o eso pensaba yo, había escuchado una voz, estaba cantando y de tan solo escuchar la hermosa voz te sentías tan tranquilo y cálido, comencé a buscar de dónde venía provenía la voz, entonces vi en uno de los bancos de la plaza una chica muy bella, su cabello era largo y negro y tenía un rostro muy bello, más bello que el de los mismos ángeles y como dije antes, una voz que te hacía sentir cálido, me acerqué a ella y en ese instante el sonido se volvió puro silencio, la miré fijamente y ella a mí y en ese momento dijo
-¿Quién eres?
-Mi nombre es Tetsuya- respondí con emoción.
-¿Tetsuya?- preguntó ella- Bueno, es un gusto conocerte Tetsuya, mi nombre es Miharu.
-Un gusto conocerte Miharu, y dime qué haces por aquí a estas horas.
-Estoy aquí para cantarle al atardecer, a los pájaros y a las plantas- dijo ella.
Me quedé un poco confundido pero no le di mucha importancia, en ese momento me sentí raro y tuve que irme y la pobre Miharu se preocupó.
Fui al laboratorio y le pregunté al profesor Hiroshi porqué me sentía así y me dijo que no sabía, pero que iba a investigarlo.
-Por mientras anda a descansar- dijo.
-De acuerdo- respondí y me fui a dormir.
Al día siguiente salí y en el parque me encontré con Miharu y me preguntó
-¿Se encuentre bien?
-Sí, porqué- le pregunté confundido.
-Es que como ayer se fue sin decir adiós.
-Ah…ya veo- respondí- Sí, estoy mejor, no se preocupe.
-Y dígame ¿va a ir a pasear?- preguntó con una sonrisa de curiosidad.
-Sí, voy un rato a un lago que está aquí cerca.
-¿Eh…hay un lago por estas cercanías?
-Sí, sí desea la puedo llevar.
-¿De verdad?- dijo con una sonrisa- Gracias.
Y fue así, ambos fuimos al lago. Apenas llegamos y la pequeña Miharu comenzó a cantar. Era tan relajante escucharla.
-Joven Miharu, a usted le gusta cantar, ¿verdad?
-Sí, gracias al canto me siento menos sola.
-¿Eh sola? ¿Qué es estar sola?- pregunté muy confundido.
-¿No sabes lo que es estar solo?...de seguro tendrás mucha gente que te quiere- me dijo.
-Pues no, solo conozco a una persona.
-Oh…ya veo…bueno pues estar solo o mejor dicho la soledad es algo que te impide ser feliz, sientes un viento helado y no puedes alejarlo, a veces sientes un vacío ahí adentro, es un poco difícil explicar.
-Ya veo, bueno entonces yo te ensenaré- me lo dijo mostrando una hermosa sonrisa de oreja a oreja.
Y fue así empecé a verla todos los días, en ese mismo lago. Con ella iba aprendiendo muchas cosas, era tan bonito estar con ella, pero había momentos que mis tornillos se recalentaban. Un día me dijo:
-Últimamente te veo muy feliz- me dijo.
-¿Eh…feliz…qué es eso exactamente?- pregunté.
Y ella me respondió que la felicidad era cuando una persona sonreía, es cuando se sentía cómodo con las personas que más quería.
-Ya veo…es que soy muy feliz contigo- un poco sonrojado se lo dije- ¿Y tu pequeña Miharu, eres feliz?
-Pues era feliz…bueno aunque aún lo soy un poco, hay un cachorro que siempre está conmigo por eso no me siento tan sola.
En ese instante entendí qué es lo que hacía feliz a la pequeña Miharu. Ese mismo día fui al laboratorio a ver al profesor y le pregunté si había alguien que lo hacía feliz.
-Sí, había alguien que me hacía muy feliz.
-¡En serio!- dije con asombro- ¿Y quién era esa persona?
-Era mi esposa, con ella era muy feliz, la amaba demasiado.
Me puse a pensar en ese momento y le pregunté al profesor.
-¿Qué es el amor?- y el contestó.
-Cuando amas a alguien das todo por esa persona, no permites que nada le pase, no dejas que un viento de soledad o una gota de tristeza la toque, haces cualquier cosa con tal que esa persona sea feliz, pero hay casos diferentes, que aunque des todo igual lo pierdes y a veces es muy difícil recuperarlo.
No entendí muy bien lo que me quería decir, ya que nunca lo había sentido, me eché a descansar, pero no dejé de pensar en la pequeña Miharu.
Una tarde lluviosa estaba por el parque y la encontré a la pequeña Miharu, toda empapada, la vi con unas gotas en el rostro que los humanos conocen como lágrimas. Le pregunté qué pasó y me contó que su cachorro había muerto. La abracé y le bese el rostro.
-No te preocupes- le dije- no estarás sola, yo estoy contigo y yo te protegeré, a mí nadie me destruirá.
Ella me abrazó y comenzó a llorar, en ese momento me dijo
-Muchas gracias Tetsuya, te quiero.
Esas palabras me hicieron sentir diferente y me di cuenta que yo la quería. Todos los días estaba con ella, nunca dejaba que le pasara nada, era tan feliz. Regresaba al laboratorio y le contaba al profesor todo lo que pasaba con Miharu.
-Se te ve muy feliz con ella- dijo.
-Sí, soy feliz con ella.
-Que bueno Tetsuya.
Lo mire con una sonrisa y le dije
-Gracias profesor.
-¿Eh…gracias? ¿Por qué?
-Porque si usted no me hubiera creado no hubiera conocido a Miharu.
-Ya veo.
Después de varias semanas, salí para ir a la casa de Miharu y justo en la avenida veo una ambulancia, me acerco para ver y mi cuerpo quedó entumecido de tan solo ver el cadáver, la que estaba en esa camilla era Miharu, la habían atropellado. Ene se mismo momento comencé a sentir un dolor insoportable, como que salieran por mi interior, mis circuitos querían estallar. Justo llegó el profesor y le pregunté
-Profesor, porqué me duele el pecho, qué es esto que siento- presionándome el pecho.
-Ese dolor que sientes en el pecho es la tristeza.
-Duele mucho profesor, mucho ¿Profesor porqué siento esto? ¿Cómo es posible que sienta esto si soy un robot?
-Es hora de contarte mi pequeño Tetsuya. Cuando mi esposa vivía ella quería tener un hijo, pero no podía tenerlos, así que le dije que construiría un robot que pudiera sentir como una persona, cuando ya estabas casi listo, salí a buscar unas cosas que te faltaban y eso eran los sentimientos, hasta que vi en la avenida una ambulancia, me acerqué a ver y vi a mi esposa tirada ahí, había tenido un accidente de tránsito, no dejé que nadie la tocara, la lleve a la casa, pero no logré curarla y en ese momento se me ocurrió una manera para que pudieras sentir como un humano. Mi pequeño Tetsuya, la razón por la que puedes tener esos sentimientos es porque el corazón de tu madre está dentro tuyo.
En ese mismo momento mis circuitos dejaron de funcionar y mi corazón se paró por todo el dolor que sentía.
-¡Tetsuya…Tetsuya!- gritaba el profesor con todas sus fuerzas, pero yo ya me había ido de ese mundo, gracias al profesor pude comprender muchas cosas, pude experimentar y sobre todo pude aprender lo que eran los sentimientos. Le agradezco mucho profesor por todo su cariño, pero ahora me retiro, ya que ahora estaré al costado de mi amada Miharu. Cuídese mucho profesor.
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